Y seguimos con los micros, en este caso, encadenados. No hay que seguir el hilo de la historia; hay que cambiar argumento y/o género, pero comenzando con la misma frase con la que acabó el micro anterior.
Así que sin más dilación, nos ponemos a ello.
*
Siempre había querido
subirme a una de esas escaleras de las bibliotecas que se deslizan de una parte
a otra, para poder curiosear entre tantas y tantas filas de esos libros que están esperando ser
leídos.
Bien sabía de sus riesgos, y aun así, cuando tuve la oportunidad, no dudé ni un momento en trepar por una
de ellas.
No sé cómo lo hice;
pero de pronto me vi colgada y sin la maldita escalera debajo.
Recordaba esa escena
de La momia, con esa actriz, Rachel Weisz, teniendo un accidente con la
escalera. Algo que había derivado en un domino de bibliotecas.
La situación ya no me
parece tan divertida. Estoy en más riesgo que la protagonista, sin el poder del
guion a mi favor.
Y de pronto, alguien
se rio burlonamente.
©El Demiurgo deHurlingham
©Campirela
Echó a correr lo más rápido posible hacia la vieja y
sucia taberna de la esquina.
Debía celebrar este
momento, cosas así no suceden todos los días y ya era hora de que le tocase ser
el protagonista de su historia y no el simple espectador. Apoyándose en la
barra se arrepintió de haber elegido tal antro, sus dedos se pegaban en la barra
como un imán, solo que este tenía una composición extraña entre efluvios varios
y aleaciones pasadas. Igualmente, encomendándose a la divina providencia, pidió
un ron con Cola y que pase lo que tenga que pasar. Con este golpe de suerte
puede que mañana desayune en la plaza de San Marcos o en una góndola.
©Auroratris
Con este golpe de suerte puede que mañana desayune en
la plaza de San Marcos o en una góndola. Me habían invitado a dar una conferencia sobre métodos policiales por la
tarde. Dormí plácidamente en un magnífico hotel cerca de la Plaza de San
Marcos, que estaba incluido en la invitación. Me levanté, me decidí a desayunar
en el bufé del hotel mirando al Canal, aunque sí vi ya alguna góndola paseando
enamorados desde temprano. No había terminado cuando se presentó un hombre de
mediana edad, con pocas canas aún y bastante atlético y, después de presentarse
como el capitán de los Carabinieri de aquella parte de la ciudad, me informó de
que se había producido un asesinato en una casa cercana, añadiendo:
- Estamos seguros de
que podrá poner en práctica algunos de los métodos con los que nos va a
ilustrar por la tarde.
A pesar de su sonrisa,
aquello no me gustó, no porque me interrumpieran el desayuno, sino porque
parecía dudar de lo que iba a contar por la tarde en la conferencia. Pero
sonreí, recogí mis pocos efectos personales y acompañé al policía fuera del
hotel.
©Mercedes
Pero sonreí, recogí mis pocos efectos personales y
acompañé al policía fuera del hotel. Las luces de neón del letrero titilaban iluminando de forma
intermitente la escena a mi alrededor.
El policía, un hombre
de mediana edad con una expresión cansada, me lanzó una mirada de simpatía.
«Lamento lo sucedido, señorita», dijo mientras abría la puerta trasera del
coche patrulla. «Necesitamos que venga a la estación para aclarar algunos
detalles».
Asentí y subí al auto.
Los asientos de vinilo crujieron bajo mi cuerpo. El viaje transcurrió con un
silencio incómodo, roto por el zumbido del motor y el ocasional crujido de la
radio de la policía.
Llegamos a la
comisaría y el oficial me llevó hasta una pequeña sala de interrogatorios. En
su interior, una mesa de metal y dos sillas aguardaban. No pasó mucho tiempo
hasta que una mujer, con rostro severo, se sentó frente a mí, colocando una
carpeta manila sobre la mesa.
«Señorita Martínez,
¿puede explicarnos qué hacía en la habitación 403 esta noche?», preguntó,
abriendo la carpeta y hojeando los documentos en su interior. Arqueó una ceja y
continuó: «¿Podría describir exactamente lo que encontró?».
Tomé un respiro
profundo, recordando la escena. «Había sangre por todas partes.» El hombre que
estaba siguiendo yacía en el suelo, sin vida. Intenté salir de inmediato, pero
fue entonces cuando su equipo llegó. «».
La oficial asintió,
anotando algo en su libreta. "Tenemos sus huellas digitales en varias superficies
de la habitación. ¿Puede explicar eso?".
"Sí, intenté
buscar alguna identificación para confirmar que era él. No pensé que sería
incriminada por ello."
La conversación
continuó durante un tiempo, con preguntas y respuestas que parecían no llevar a
ninguna parte. Finalmente, la oficial cerró la carpeta y se levantó. «Señorita
Martínez, creemos en su versión, pero aún necesitamos confirmar algunos
detalles.» «Por ahora, puede irse, pero no salga de la ciudad».
©Nuria de Espinosa
«Por ahora, puede irse, pero no salga de la ciudad». Al final las clases de interpretación me sirvieron para salir indemne de
esta sesión de preguntas, pensé que al final me dejarían allí en ese calabozo
desolado.
Llamaría a mi contacto
desde una cabina, el móvil no era seguro, podría estar pinchado, no correría
riesgos innecesarios.
A los tres timbrazos
colgué, esa era la contraseña, después estaría un minuto exacto y volvería a
llamar, esta vez dejaría sonar hasta que descolgaran al otro lado del teléfono.
-¿Sí?
-Todo controlado, han
creído mi historia.
-¿Algún problema más?
-No debo salir de la
ciudad hasta nueva orden.
-Bien, no vuelvas a
llamar, haz tu vida normal, nos pondremos nosotros en contacto contigo.
Al llegar a mi piso,
la puerta estaba abierta, me quité los tacones, antes de darme cuenta estaba en
el suelo con una pistola en la sien.
©Campirela
Antes de darme cuenta estaba en el suelo con una
pistola en la sien, oí que jaló el gatillo y el estruendo
del disparo en mi oído. Sobresaltado me desperté pensando que aquello había
sido real, miré a todos lados por si las dudas, todo estaba en orden, me giré y
la vi de espaldas, desnuda y durmiendo plácidamente. Afuera el amanecer
despuntaba y a esas horas también mi cuerpo...
©Dulce
Afuera el amanecer despuntaba y a esas horas también
mi cuerpo pedía calma después del susto. Me
levanté despacio para no despertarla y fui a la cocina en busca de un vaso de
agua. Necesitaba despejarme, asegurarme de que todo aquello había sido solo un
mal sueño. El sol empezaba a pintar de naranja las paredes del apartamento.
Mientras bebía, recordé la intensidad del sueño y me pregunté qué podría
significar.
El sonido de su risa
me devolvió al presente. Se había despertado y me miraba desde la puerta del
dormitorio con una sonrisa perezosa; su cuerpo aparecía iluminado por la luz
matutina, ¡Parecía un ángel! Dejé el vaso en la mesa y me acerqué a ella,
decidido a dejar atrás las sombras de la noche.
©Nuria de Espinosa
Dejé el vaso en la mesa y me acerqué a ella, decidido
a dejar atrás las sombras de la noche. La fui a coger entre mis brazos con la misma ansia que sentí la primera
vez, sin siquiera oír los coches de policía que se acercaban con las sirenas a
todo volumen. Justo cuando la estreché entre mis brazos lo más fuerte que pude
y me disponía a besarla, se oyó el telefonillo. La sonreí y la dije:
- no voy a contestar.
Pero siguieron
insistiendo y sentí su incomodidad, por lo que no me quedó más remedio que
separarme de ella para ir hacia la puerta:
- qué inoportuna la
policía.
A ella la entró la
risa, mientras se tumbaba de nuevo lentamente en la cama:
- ¿Alguna vez no lo
es? - dijo melosa.
Yo me puse el batín
que me había regalado ella las últimas Navidades y salí a la puerta. Me miré a
los pies y comprobé que no se me habían olvidado las pantuflas del último hotel
en el que había estado.
Descolgué el auricular
del telefonillo y dije:
- ¿Sí?
- Somos la policía,
ábranos.
Los abrí y pronto se
oyó un estruendo tres pisos más abajo, mientras unos subían por el ascensor y
otros subían corriendo las escaleras. No sabía a qué venía tanta prisa.
Esperé pacientemente
detrás de la puerta y, justo cuando oí que estaban en el descansillo, sentí una
pistola en mi sien. Su voz dijo detrás mío y en tono muy bajo:
- Hora de comenzar a
jugar, pero no como tú querías, semental.
En aquel momento, no
supe si reír o llorar: tuve claro que no sabía quién era y que llevaba
mintiéndome desde que la conocí en aquella fría mañana del mayo pasado.
©Mercedes
En aquel momento, no supe si reír o llorar: tuve claro
que no sabía quién era y que llevaba mintiéndome desde que la conocí en aquella
fría mañana del mayo pasado.
Me giré y vi en su
mirada lujuria contenida, me puso las esposas y con voz firme, llamó al
sargento.
—Sargento, como le
prometí, estos casanovas son fáciles de pillar, solo una mirada y un buen
escote hacen milagros.
Una vez en comisaría,
el interrogatorio fue breve, tres preguntas de rigor, la puerta se abrió y allí
estaba ella, esta vez con su uniforme de trabajo, a pesar de esos pantalones
azules poco favorecedores su cuerpo era bello, su mirada era desconocida, esa
mujer que hacía horas la tuve dentro de mí, era una total desconocida.
Nos dejaron a solas en
ese habitáculo minúsculo, sentada frente a mí, con una carpeta repleta de
folios sobre la mesa.
Me miró directamente a
los ojos y con una sonrisa, solo me dijo:
—Lo siento, solo lo
diré una vez, no intentes mentirme, será peor para ti.
Aquella noche, me
sentí engañado por primera vez, las tornas habían cambiado, ahora era yo el
usado como un objeto sexual, no la vi llegar, solo caí en sus redes y me deje
atrapar como un principiante, la lección la aprendí, ahora solo me quedaba
esperar.
Tenía todo el tiempo
del mundo para vengarme, ese sería mi objetivo.
©Campirela
Recordaba esa escena de La momia, con esa actriz, Rachel Weisz, teniendo un accidente con la escalera. Algo que había derivado en un domino de bibliotecas.
ResponderEliminarLa situación ya no me parece tan divertida. Estoy en más riesgo que la protagonista, sin el poder del guión a mi favor.
Y de pronto, alguien se rió burlonamente.
No sé cómo lo hice; pero de pronto me vi colgada y sin la maldita escalera debajo os juro que mi cuerpo flotaba, pensé que broma es esta.
ResponderEliminarDe repente me acordé las setas que había comido y de la frase que me dijo el chico que me las despacho.
Estas setas son mágicas, verá como algún sueño tiene, si es asi, espero que sea bonito y lo disfrute.
Miré hacia el suelo, no es que estuviera muy alto, pero di un brinco y caí como los gatos de pie.
Menos mal que a esas horas la biblioteca estaba sola, o mejor dicho en la mesa del rincón, como cada día a la misma hora estaba él, un señor recostado sobre la silla, con los ojos cerrados y el periódico abierto por la misma página, sucesos.
Vamos a ver que somos capaces de hacer. Un besote Ginebra, feliz fin de semana.
Y el periódico abierto por la misma página, sucesos. Sucedió que en plena noche, escuchó un ruido muy extraño, aceleró el paso por aquel callejón solitario, cada vez el sonido le parecía más cercano. Tenía la respiración agitada, y sus pensamientos se desbordaban. Echó a correr lo más rápido posible hacia la vieja y sucia taberna de la esquina.
ResponderEliminarQué buena pinta tiene esto, ya a toda máquina. Me encanta como fluye. Magnífico Campirela, Demiurgo y Maite, excelentes aportes...
ResponderEliminarAl igual que el tuyo inicial Ginebra, como siempre no dejas de sorprendernos en cada nueva creación. A ver qué se me ocurre. Un fuerte abrazo.
Echó a correr lo más rápido posible hacia la vieja y sucia taberna de la esquina.
ResponderEliminarDebía celebrar este momento, cosas así no suceden todos los días y ya era hora de que le tocase ser el protagonista de su historia y no el simple espectador. Apoyándose en la barra se arrepintió de haber elegido tal antro, sus dedos se pegaban en la barra como un imán, solo que este tenía una composición extraña entre efluvios varios y aleaciones pasadas. Igualmente, encomendándose a la divina providencia, pidió un ron con Cola y que pase lo que tenga que pasar. Con este golpe de suerte puede que mañana desayune en la plaza de San Marcos o en una góndola.
Enhorabuena, a todos y todas.
Mil besitos 💫💫❤️
"Con este golpe de suerte puede que mañana desayune en la plaza de San Marcos o en una góndola. Me habían invitado a dar una conferencia sobre métodos policiales por la tarde. Dormí plácidamente en un magnífico hotel cerca de la Plaza de San Marcos, que estaba incluido en la invitación. Me levanté, me decidí a desayunar en el bufé del hotel mirando al Canal, aunque sí vi ya alguna góndola paseando enamorados desde temprano. No había terminado cuando se presentó un hombre de mediana edad, con pocas canas aún y bastante atlético y, después de presentarse como el capitán de los Carabinieri de aquella parte de la ciudad, me informó de que se había producido un asesinato en una casa cercana, añadiendo:
ResponderEliminar- Estamos seguros de que podrá poner en práctica algunos de los métodos con los que nos va a ilustrar por la tarde.
A pesar de su sonrisa, aquello no me gustó, no porque me interrumpieran el desayuno, sino porque parecía dudar de lo que iba a contar por la tarde en la conferencia. Pero sonreí, recogí mis pocos efectos personales y acompañé al policía fuera del hotel".
Espero que os guste.
🤗
¡Qué buenos micros! Me encanta cada uno de los temas que están generándose a partir de esas últimas frases. ¡Una maravilla!
ResponderEliminarY seguimos... 👏👍🤓
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarDisculpa vi que sobraba una palabra. Un abrazo.
ResponderEliminarPero sonreí, recogí mis pocos efectos personales y acompañé al policía fuera del hotel. Las luces de neón del letrero titilaban iluminando de forma intermitente la escena a mi alrededor.
ResponderEliminarEl policía, un hombre de mediana edad con una expresión cansada, me lanzó una mirada de simpatía. «Lamento lo sucedido, señorita», dijo mientras abría la puerta trasera del coche patrulla. «Necesitamos que venga a la estación para aclarar algunos detalles».
Asentí y subí al auto. Los asientos de vinilo crujieron bajo mi cuerpo. El viaje transcurrió con un silencio incómodo, roto por el zumbido del motor y el ocasional crujido de la radio de la policía.
Llegamos a la comisaría y el oficial me llevó hasta una pequeña sala de interrogatorios. En su interior, una mesa de metal y dos sillas aguardaban. No pasó mucho tiempo hasta que una mujer, con rostro severo. Se sentó frente a mí, colocando una carpeta manila sobre la mesa.
«Señorita Martínez, ¿puede explicarnos qué hacía en la habitación 403 esta noche?», preguntó, abriendo la carpeta y hojeando los documentos en su interior. Arqueó una ceja y continuó: «¿Podría describir exactamente lo que encontró?».
Tomé un respiro profundo, recordando la escena. «Había sangre por todas partes.» El hombre que estaba siguiendo yacía en el suelo, sin vida. Intenté salir de inmediato, pero fue entonces cuando su equipo llegó.«».
La oficial asintió, anotando algo en su libreta. "Tenemos sus huellas digitales en varias superficies de la habitación. ¿Puede explicar eso?".
"Sí, intenté buscar alguna identificación para confirmar que era él. No pensé que sería incriminada por ello."
La conversación continuó durante un tiempo, con preguntas y respuestas que parecían no llevar a ninguna parte. Finalmente, la oficial cerró la carpeta y se levantó. «Señorita Martínez, creemos en su versión, pero aún necesitamos confirmar algunos detalles.» «Por ahora, puede irse, pero no salga de la ciudad».
Qué buen aporte, Nuria 👍
EliminarMuchísimas gracias.
¡Abrazo grande! 💙
A ti Ginebra por tanto, un abrazo
Eliminar«Por ahora, puede irse, pero no salga de la ciudad». Al final las clases de interpretación me sirvieron para salir indemne de esta sesión de preguntas, pensé que al final me dejarían allí en ese calabozo desolado.
ResponderEliminarLlamaría a mi contacto desde una cabina, el móvil no era seguro, podría estar pinchado, no correría riesgos innecesarios.
A los tres timbrazos colgué, esa era la contraseña, después estaría un minuto exacto y volvería a llamar, esta vez dejaría sonar hasta que descolgaran al otro lado del teléfono.
-Si
-Todo controlado han creído mi historia
-Algún problema más
-No debo salir de la ciudad hasta nueva orden.
-Bien, no vuelvas a llamar, haz tu vida normal, nos pondremos nosotros en contacto contigo.
Al llegar a mi piso, la puerta estaba abierta, me quité los tacones, antes de darme cuenta estaba en el suelo con una pistola en la sien.
👏👏👍🤓
EliminarAntes de darme cuenta estaba en el suelo con una pistola en la sien, oí que jaló el gatillo y el estruendo del disparo en mi oído. Sobresaltado me desperté pensando que aquello había sido real, miré a todos lados por si las dudas, todo estaba en orden, me giré y la ví de espaldas, desnuda y durmiendo plácidamente. Afuera el amanecer despuntaba y a esas horas también mi cuerpo ...
ResponderEliminarDulces besos cariñosos Querida Gine y dulce semana.
🥰💙
EliminarAfuera el amanecer despuntaba y a esas horas también mi cuerpo
ResponderEliminarpedía calma después del susto. Me levanté despacio para no despertarla y fui a la cocina en busca de un vaso de agua. Necesitaba despejarme, asegurarme de que todo aquello había sido solo un mal sueño. El sol empezaba a pintar de naranja las paredes del apartamento. Mientras bebía, recordé la intensidad del sueño y me pregunté qué podría significar.
El sonido de su risa me devolvió al presente. Se había despertado y me miraba desde la puerta del dormitorio con una sonrisa perezosa; su cuerpo aparecía iluminado por la luz matutina, ¡Parecía un ángel! Dejé el vaso en la mesa y me acerqué a ella, decidido a dejar atrás las sombras de la noche.
👍😍💙
EliminarDejé el vaso en la mesa y me acerqué a ella, decidido a dejar atrás las sombras de la noche. La fui a coger entre mis brazos con la misma ansia que sentí la primera vez, sin siquiera oír los coches de policía que se acercaban con las sirenas a todo volumen. Justo cuando la estreché entre mis brazos lo más fuerte que pude y me disponía a besarla, se oyó el telefonillo. La sonreí y la dije:
ResponderEliminar- no voy a contestar.
Pero siguieron insistiendo y sentí su incomodidad, por lo que no me quedó más remedio que separarme de ella para ir hacia la puerta:
- qué inoportuna la policía.
A ella la entró la risa, mientras se tumbaba de nuevo lentamente en la cama:
- ¿Alguna vez no lo es? - dijo melosa.
Yo me puse el batín que me había regalado ella las últimas Navidades y salí a la puerta. Me miré a los pies y comprobé que no se me habían olvidado las pantuflas del último hotel en el que había estado.
Descolgué el auricular del telefonillo y dije:
- ¿Sí?
- Somos la policía, ábranos.
Los abrí y pronto se oyó un estruendo tres pisos más abajo, mientras unos subían por el ascensor y otros subían corriendo las escaleras. NO sabía a qué venía tanta prisa.
Esperé pacientemente detrás de la puerta y, justo cuando oí que estaban en el descansillo, sentí una pistola en mi sien. Su voz dijo detrás mío y en tono muy bajo:
- Hora de comenzar a jugar, pero no como tú querías, semental.
En aquel momento, no supe si reír o llorar: tuve claro que no sabía quién era y que llevaba mintiéndome desde que la conocí en aquella fría mañana del mayo pasado.
Espero que os guste.
Por supuesto, Mercedes. Magnífico aporte; y con un buen giro final.
EliminarMuchísimas gracias a todo/as por vuestras bonitas y vailosas plumas 🙏
A partir de una frase, hay muy diversas posibilidades de temas y géneros, sobre todo, contando con vuestra excelente creatividad.
¡Un placer! 💙
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEn aquel momento, no supe si reír o llorar: tuve claro que no sabía quién era y que llevaba mintiéndome desde que la conocí en aquella fría mañana del mayo pasado.
EliminarMe giré y vi en su mirada lujuria contenida, me puso las esposas y con voz firme, llamo al sargento.
—Sargento, como le prometí, estos casanovas son fáciles de pillar, solo una mirada y un buen escote hacen milagros.
Una vez en comisaria, el interrogatorio fue breve, tres preguntas de rigor, la puerta se abrió y allí estaba ella, esta vez con su uniforme de trabajo, a pesar de esos pantalones azules poco favorecedores su cuerpo era bello, su mirada era desconocida, esa mujer que hacía horas la tuve dentro de mí, era una total desconocida.
Nos dejaron a solas en ese habitáculo minúsculo, sentada frente a mí, con una carpeta repleta de folios sobre la mesa.
Me miro directamente a los ojos y con una sonrisa, solo me dijo:
Lo siento, solo lo diré una vez, no intentes mentirme, será peor para ti.
Aquella noche, me sentí engañado por primera vez, las tornas habían cambiado, ahora era yo el usado como un objeto sexual, no la vi llegar, solo caí en sus redes y me deje atrapar como un principiante, la lección la aprendí, ahora solo me quedaba esperar.
Tenía todo el tiempo del mundo para vengarme, esa sería mi objetivo.
Un besote, feliz noche.
Qué bueno Mercedes y Campirela, vaya derroteros que está tomando la historia. Me encanta. Un abrazo a ambas
EliminarWowww., todo esta de lujo, y linduras,
ResponderEliminarGine eres fantástica y todos los que te
acompañan, te deberían dar el Oscar,
de los bloggers, eres única mi amiga
hermosa, de seguro trabajaste en alguna
época con Disney World, me encanto, te
felicito y a todos los participantes, besitos
dulces.
Siby
Vosotros sois mi mayor impulso en estos proyectos, querida Siby.
EliminarPara mí es un lujo y un disfrute realizarlos. Así que no puedo más que estar inmensamente agradecida a todos cuantos estáis ahí.
Bsoss y cariños enormes, preciosa 💙