Y esa voz,
que de alguna forma llegaba hasta ella, con tono burlón:
—Así
lograste escapar de mí. ¿Vas a poder sola, sin mi protección?
Estaba
confundida, desorientada pero algo le decía que no debía volver, que era preferible
afrontar esa extraña situación.
—Voy a
poder, tengo que poder.
Hilda no se
reconocía. De nada se acordaba. Ni entendía qué hacía allí, delante del mar,
mirando al infinito. Algo mareada, se llevó la mano al cuello donde le colgaba
una cadena con el colgante de una letra: A.
Y seguía
escuchando esa voz que le hacía retumbar el tímpano. Una voz masculina dominándole
la mente.
Tal vez
fuera un vago recuerdo que intentaba hacerse presente. El rugido del mar que
parecía tan suyo que olía a él, sin embargo, dudaba. El salitre de su piel
surcando junto a las gotas que el sol arrancaba de ella. Todos los sonidos eran
diferentes. Parecían cercanos y, en cambio, estaban tan lejos que le dolían.
Sus manos, sus piernas, su pecho. La textura de su cabello ligero como algas a la
corriente del agua salada. Y ese colgante, cuya cadena arañaba más que
acariciarla. Intentó articular algunas palabras pero no salía sonido alguno de
su garganta. Estaba desnuda, sí, pero no sentía vergüenza porque no reconocía
esa emoción.
Al igual que tampoco reconocería otras emociones que poco a poco se irían presentando en su corta aventura. Unas voces la fueron sacando de su ensueño, unas manos fuertes y ásperas la traqueteaban. No entendía nada de lo que decían, solo pudo sentir el trasiego de humanos que como olas la cubrieron con el ir y venir. Solo una voz se quedó en su subconsciente, y a ese extremo dirigió su mirada. La invadió la sorpresa ante el rostro que se acercaba de manera cautelosa. Lo reconocía, estaba segura de haberlo visto antes. Pero, ¿dónde? esa era la cuestión. Nada de lo que le rodeaba lo había vivido, sin embargo, todo le parecía familiar. Las voces, los rostros, el olor...
Habían pasado
horas desde que su cuerpo diera en las arenas delicadas de esa playa, donde el
silencio era absoluto, solo el sonido de las olas la acompañaba.
Hilda, miró al
horizonte y solo veía el azul turquesa del mar, detrás de ella unas pequeñas
montañas silbaban un viento que hacía que su pelo se alborotara tapando su
preciosa cara.
El viento
hizo que su piel se izara y sintió lo que jamás había sentido, frío, era una
sensación nueva para ella. Con sus brazos se abrazó para protegerse.
Comenzó
despacio a caminar, estaba todavía en esa fase de aturdimiento, la voz interior
de su mente la atormentaba sin cesar, pero ella no se daba por vencida, aquella
huida debería servirle para comenzar un nuevo periplo por su vida.
Estaba a punto
de comenzar a subir por la montaña cuando de repente oyó voces, pero esta vez
no era la fatídica voz interior, sino palabras que ella no entendía, el sol no
la dejaba ver aquellas siluetas que se dirigían hacia ella, solo le dio tiempo
a ocultarse tras unos matorrales, allí estaba acurrucada en silencio sepulcral
cuando una mano se posó en su hombro.
Era una
sensación nueva para Hilda, el contacto con alguien, que no era como ella.
Percibió emociones intensas, de fascinación ante ella.
—Hermosa,
frágil, perfecta ninfa, quiero cuidarte y protegerte.
¿Debía
confiar o tener miedo?
Quizá sí
desconfió al principio, pues ella no sabía de emociones carnales, ni se extrañó
de ver al humano vestido con un taparrabos, pero algo tenía claro, necesitaba
ayuda para calmar aquel sentimiento desconocido que era el frío de su cuerpo.
Pronto
estuvo alrededor de una hoguera, alguien la cubrió con una manta, pero sintió
la mirada inquisidora de parte del grupo, entre ellos, dos muchachas a las que
la envidia les corroía al ver la belleza de Hilda.
El poblado
donde se encontraba estaba hecho de cabañas de barro y hojas de árboles, el
fuego la mantenía con calor corporal, pero su alma estaba desolada. No entendía
por qué aquellas dos mujeres la miraban con ojos sangrientos, ella no sabía de
envidias y celos, eso lo descubriría tiempo después.
Un anciano
se acercó con lentitud hasta posarse a su lado, él miró y observó, ella hizo lo
mismo, en él vio que sus ojos no estaban ensangrentados, al contrario, en ellos
se veía una luz especial. Le dio algo de beber, él hizo el gesto de llevárselo
a la boca acción que ella imitó, aquel líquido la reconfortó, ya no le hacía
falta la manta, se la quitó y la dejó detrás de ella.
Ese acto
desató la ira del grupo, pues delante de todos no había una mujer bella, ella
era la diosa de la belleza.
Los gritos
le hicieron encogerse y taparse con sus manos su rostro, fue en ese instante
cuando el anciano se levantó en pie y puso orden en aquel desorden.
Su voz fue
escuchada, hasta que una mujer gritó, que no querían a esa criatura en su
tribu.
Hilda, no
entendía su idioma, pero sí que algo estaba ocurriendo y bueno no era.
Cuando las
voces parecía que iban aplacándose, Hilda se levantó y cubriéndose con su largo
pelo y sus manos comenzó alejarse del fuego para huir de aquel lugar.
No hubo dado
más de cuatro pasos cuando otra mano suave y delicada la cogió por el brazo,
esta vez era Mesina, la anciana curandera, ella se haría cargo de aquella
extraña criatura, averiguaría de qué confines del mundo venía, sería un buen
augurio o tal vez una maldición de los dioses.
Las dos
mujeres con ojos enrojecidos, como el grupo que las seguía, tuvieron que
aceptar la desnudez de Hilda. Vista como una de esas representaciones de
diosas. Hilda, que parecía hecha de agua de arena, tal vez fuera una de esas
diosas.
—Parece que
no quieren —pensaba el ser que acechaba a Hilda— Veamos qué te pasa en ese
mundo, al que huiste.
Había pasado
tan solo una semana desde que Hilda estuviera en esa tribu que no la acogieron
con agrado, pero ante el anciano jefe no podían oponer resistencia.
Mesina, la
anciana curandera, cuidó de ella lo mejor que pudo, le era difícil entenderse
pues se veía que de donde venía, ella no era una plebeya, su comportamiento así
lo indicaba.
Las mujeres
parecía que poco a poco la iban aceptando pues una vez que su cuerpo se cubrió
con telas prestadas ya no llamaba tanto la atención y mucho más cuando sus
cabellos se los cortaron, ahí Hilda lloró tanto que cayó rendida a los pies de
aquellas artimañas que con risas y carcajadas rasuraban con cuchillo su
cabello.
Mientras en
el poblado seguían con sus tareas, los hombres a la caza y pesca, las mujeres
cuidando de la tierra y los hijos.
Una tarde la
dejaron a cargo de tres hermanos, eran los nietos de Mesina.
A Hilda le
gustaba de su compañía, al menos estos no se reían de ella, al contrario,
parecía que se sentían a gusto con esa mujer misteriosa que no sabían de dónde
había salido.
Paseaban por
la orilla de la playa cuando la más pequeña entró en el bravo mar, antes de que
se dieran cuenta la niña era arrastrada por las olas, los dos hermanos
lloraban, chillaban, en un reflejo rápido Hilda corrió hacia esa pequeña que
cada vez se la oía menos gritar, cuando quisieron darse cuenta las dos en la
orilla de la playa estaban Hilda y su hermana, esta lloraba pero estaba viva.
Hilda, regresó
al poblado sabiendo que si entraba en el mar traería consecuencias nefastas
para ella.
Aunque se
relacionaba con su esencia, ella había evitado tener contacto con el mar.
Incluso acercarse a la playa, con la arena de un color similar a la de su piel.
Hilda temía ser alcanzada por aquel, o aquello, que la había acechado. Y que
sospechaba, tenía más poder en aquellos lugares, tan conectados con ella.
Y se
lamentaba de haber cedido a las súplicas de la pequeña.
Quien no
callaría, deslumbrada por su salvadora. Recordaría que alguien de la tribu la
había llamado ninfa.
Y si bien
las ninfas eran personificación de las aguas, de los bosques y eran
intermediarias de los dioses, también podían causar la locura entre aquellos
que contemplaran su belleza.
Era algo que
había escuchado entre esas mujeres, que le habían cortado el pelo. Y que habían
reído ante sus lágrimas.
El tiempo
transcurría despacio, en su noches los sueños se repetían, en ellos una sombra
la perseguía, oía su respiración a veces tan cerca que parecía que se fuera a
mimetizar en ella.
Esa noche
había luna llena, Hilda se despertó en la madrugada toda sudorosa y con una
sensación extraña, esa vez no eran sombras que la perseguían sino una silueta
de un hombre, este era alto, fuerte como un guerrero y su melena al viento lo hacía
muy varonil.
Al salir de
su choza, la luna iluminó su bello rostro, dirigió sus pasos hacia la ladera de
la montaña, deseaba contemplar desde allí el horizonte y ver el mar en calma.
El silencio
fue su compañero hasta que una voz la sacó de sus pensamientos.
—¿Puedo
acompañarte en tu silencio?
Al oír
aquella voz se sintió temerosa en primera instancia, pero luego se sintió
arropada por quien se dirigía a ella con esa voz tan cálida. Miró para todos
lados tratando de identificar su procedencia. "Estoy aquí, ¿no me
ves?", en ese momento se fijó en una caracola de bellos colores que bajo
el reflejo de la Luna parecía ser una joya.
"Cógeme
y acércame a tu oído", le pidió aquella voz. Hilda cogió la caracola y la
puso en su oído, pudo volver a oír el sonido del mar como aquella música que la
acompañó desde pequeña. "¿Por qué estás aquí Hilda?, ¿por qué has dejado
el mundo al cuál perteneces? ¿No sabes que entre más tiempo pases fuera del
agua más humana te vuelves?".
"Lo
sé" respondió Hilda, solo quería conocer este mundo que tan solo he visto
desde lo lejos sumergida en el mar. Hay una parte de mí que es humana y otra
pertenece a los océanos".
De pronto el
cielo se tornó oscuro y comenzó a llover, Hilda no podía estar bajo la lluvia o
su cuerpo volvería a mutar. Entonces corrió buscando un refugió y se llevó con
ella la caracola...
—Estás
empezando a amar a los humanos, eso lo entiendo. Pero ellos no necesitan a una
ninfa que pretenda ser como ellos —continuó diciendo la voz—, sino a una
intermediaria, que interceda por ellos. Y les recuerdo que hay algo más.
—¿Pero qué
pasará con lo que me persigue? —preguntó Hilda.
—Te seguirá
persiguiendo y estarás más indefensa si niegas tu naturaleza.
Hilda
comenzó a ver el agua que caía, no como una amenaza, sino como un elemento que
renovaba su fuerza interior.
Se abrazaron
para protegerse mutuamente, temblando de miedo. Sentían una presencia junto a
ellas.
Una
presencia que puso atención a sus jóvenes cuerpos. Y que usaban el pelo cortado
a Hilda, como un adorno.
—Veo que
tomaron algo de Hilda.
Repentinamente,
quisieron gritar pero ese algo les tapó se los impidió, una fuerza invisible
que las sujetó.
—Tranquilas,
no tengo nada contra ustedes. Sé que quieren ser como Hilda. Y puedo
concederles ese deseo.
Una de ellas
sintió que podía hablar.
—¿Qué
tenemos que hacer? —susurró tímidamente.
—Ayudarme a
que Hilda vuelva estar en mi poder. Y a cambio, pueden estar juntas para
siempre, como amigas... o como lo que deseen ser.
Desde las
profundidades del océano se escuchó un sonido gutural y aterrador. Las aguas se
agitaban cada vez con mayor intensidad. El cielo se tornó de un cobrizo
apocalíptico, y, en mitad de ese acontecimiento que tenía a los habitantes del poblado
con sus miradas fijas y atónitas, comenzó a dibujarse entre el mar enfurecido y
el cielo tempestivo, un enorme círculo cimbreante y oscuro, creando un portal
que parecía comunicar con otro plano o universo.
De nuevo la
voz comenzó a pronunciarse, esta vez, ante todos los allí presentes:
—Hilda… Has
alterado la ley natural de nuestros universos. Debes volver de inmediato u
otros seres atravesarán el portal. Los humanos no están preparados para asimilar
y entender otros mundos ajenos al suyo; ellos están provistos de emociones, y estas,
los llevan inminentemente a su propio caos.
—Pero… me
gusta esto que siento… Yo… quiero ser como ellos; respirar este aire, sentir…
—Acabarás
siendo un experimento de laboratorio; y no dejarán de venir acechadores desestabilizando
las energías vitales.
Aquel hombre
esbelto que anteriormente se le había aparecido a Hilda, y que se había
comunicado con ella a través de una caracola, volvió a hacerlo…
—Hilda, ¿estás
segura de que esto es lo que quieres?... Si lo haces, nos veremos obligados a
cerrar perpetuamente el portal y jamás podrás regresar.
—¡No! —se
escuchó de nuevo la voz desde aquel círculo oscilante— No le des opción; debe
regresar; se acaba el tiempo…
—Lo tengo
decidido —añadió de pronto Hilda— Esto es lo que quiero. Marchaos. Estas
personas se han portado bien conmigo, y sé que podré ayudarlos a evolucionar y
a comprender la existencia de otras deidades. Yo lo seré para ellos.
Aquellas dos
mujeres recelosas saltaron de pronto:
—Entonces
nosotras cruzaremos esa puerta. No nos quedaremos aquí contigo.
—Os
desintegrarías si lo hicierais. Vuestro organismo no lo soportaría. Sin
embargo, yo podría abasteceros de nuevos conocimientos. Vuestro mundo está
agonizando.
Los
habitantes comenzaron a glorificar a Hilda tras sus palabras. A ensalzarla en
comentarios y alabanzas. Cielo y mar tronaban al unísono, y las voces de
aquellos que impugnaban la actuación de Hilda, dejaron de escucharse.
Ante el algarabío
del poblado y la voluntad de ella en su decisión, no hubo réplica; y el portal…,
se cerró definitivamente.
Hilda se
dirigió a todos ellos:
—Quiero
daros las gracias por vuestro acogimiento, pero no lo haré solo con palabras; habéis
demostrado tener fe, y habéis apostado por la salvación de vuestro mundo. Tened
claro que habéis hecho lo correcto. Puede que algún día nos asedien más
acechadores; que se abran nuevos portales… pero, para entonces, estaremos más
preparados. Van a producirse grandes avances… Este mundo lo merece; no tengo la menor
duda.
Y esta vez esa voz, que de alguna forma llegaba hasta ella, en forma burlona:
ResponderEliminar-Así lograste escapar de mí. ¿Vas a poder sola, sin mi protección?
Estaba confundida, desorientada pero algo le decía que no debía volver, que era preferida afrontar esa extraña situación.
-Voy a poder, tengo que poder.
Y esa voz, que de alguna forma llegaba hasta ella, con tono burlón:
Eliminar-Así lograste escapar de mí. ¿Vas a poder sola, sin mi protección?
Estaba confundida, desorientada pero algo le decía que no debía volver, que era preferida afrontar esa extraña situación.
-Voy a poder, tengo que poder.
Hilda no se reconocía. De nada se acordaba. Ni entendia qué hacía alli, delante del mar, mirando al infinito. Algo mareada, se llevó la mano al cuello donde la colgaba una cadena con el colgante de una letra: A.
ResponderEliminarY seguía escuchando esa voz que la hacia retumbar el tímpano. Una voz masculina dominandola la mente.
Tal vez fuera un vago recuerdo que intentaba hacerse presente. El rugido del mar que parecía tan suyo que olía a él, sin embargo, dudaba. El salitre de su piel surcando junto a las gotas que el sol arrancaba de ella. Todos los sonidos eran diferentes. Parecían cercanos y, en cambio, estaban tan lejos que le dolían. Sus manos, sus piernas, su pecho. La textura de su cabello ligero como algas a la corriente del agua salada. Y ese colgante, cuya cadena arañaba más que acariciarla. Intentó articular algunas palabras pero no salía sonido alguno de su garganta. Estaba desnuda, sí, pero no sentía vergüenza porque no reconocía esa emoción.
ResponderEliminarAl igual que tampoco reconocería otras emociones que poco a poco se irían presentando en su corta aventura. Unas voces la fueron sacando de su ensueño, unas manos fuertes y ásperas la traqueteaban. No entendía nada de lo que decian, solo pudo sentir el trasiego de humanos que como olas la cubrieron con el ir y venir. Solo una voz se quedó en su subconsciente, y a ese extremo dirigió su mirada. La invadió la sorpresa ante el rostro que se acercaba de manera cautelosa. Lo reconocía, estaba segura de haberlo visto antes. Pero, ¿dónde? esa era la custión. Nada de lo que le rodeaba lo había vivido, sin embargo, todo le parecía familiar. Las voces, los rostros, el olor...
ResponderEliminarHola, preciosa. Tras comentármelo, he mirado en "spam", y ahí estaba tu comentario. Está claro que este Blogger no hace más que marearnos. Voy a añadirlo ahora mismo, y a actualizar todo.
EliminarGracias y perdona. Estaré más atenta de los "spam", porque veo que es algo generalizado últimamente.
Bsoss y cariños enormes, preciosísima 💙
Ay, mi Gine, que yo no quería trastocar todo. Solo era eso... Mis prisas y yo, el no saber si lo comenté o lo soñé 🤦♀️
EliminarMiles de gracias, de nuevo, preciosa.
Un abrazo muy grande para tus sueños ❤️✨
Gracias, chicos. Sois geniales! 🙏 Bienvenidos a este nuevo reto! ✍️💙
ResponderEliminarHabía pasado horas desde que su cuerpo diera en las arenas delicadas de esa playa, donde el silencio era absoluto, solo el sonido de las olas la acompañaba.
ResponderEliminarHilda,miro al horizonte y solo veía el azul turquesa del mar, detrás de ella unas pequeñas montañas silbaban un viento que hacia que su pelo se alborotara tapando su preciosa cara.
El viento hizo que su piel se izara y sintió lo que jamás había sentido frío, era una sensación nueva para ella. Con sus brazos de abrazo para protegerse.
Comenzó despacio a caminar estaba todavía en esa fase de aturdimiento, la voz interior de su mente la atormentaba sin cesar, pero ella no se daba por vencida aquella huida debería servirla para comenzar un nuevo periplo por su vida.
Estaba apunto de comenzar a subir por la montaña cuando de repente oyó voces, pero esta vez no era la fatídica voz interior si no palabras que ella no entendía, el sol no la dejaba ver aquellas siluetas que se dirigían hacia ella, solo le dio tiempo a ocultarse tras unos matorrales, allí estaba acurrucada en silencio sepulcral cuando una mano se poso en su hombro.
👏👏🥰
EliminarEra una sensación nueva para Hilda, el contacto con alguien, que no era como ella. Percibió emociones intensas, de fascinación ante ella.
ResponderEliminar-Hermosa, frágil, perfecta ninfa, quiero cuidarte y protegerte.
¿Debía confiar o temer miedo?
Quizá si desconfió al principio, pues ella no sabía de emociones carnales, ni se extrañó de ver al humano vestido con un taparrabos, pero algo tenía claro, necesitaba ayuda para calmar aquel sentimiento desconocido que era el frío de su cuerpo.
ResponderEliminarPronto estuvo alrededor de una hoguera, alguien la cubrió con una manta, pero sintió la mirada inquisidora de parte del grupo, entre ellos, dos muchachas a las que la envidia les corroía al ver la belleza de Hilda.
Gracias, querida amiga! Un placer volver a verte por aquí 👏💙
EliminarGracias a ti, feliz descanso.
EliminarBesos
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEl poblado donde se encontraba estaba hecho de cabañas de barro y hojas de árboles, el fuego la mantenía con calor corporal, pero su alma estaba desolada. No entendía por qué aquellas dos mujeres la miraban con ojos sangrientos, ella no sabia de envidias y celos, eso lo descubriría tiempo después.
EliminarUn anciano se acerco con lentitud hasta posarse a su lado, él miro y observo, ella hizo lo mismo en él vio que sus ojos no estaban ensangrentados, al contrario en ellos se veía una luz especial.La dio algo de beber, él hizo el gesto de llevárselo a la boca acción que ella imito, aquel liquido la reconforto ya no le hacia falta la manta, se la quito y la dejo detrás de ella.
Ese acto desato la ira del grupo, pues delante de todos no había una mujer bella, ella era la diosa de la belleza.
Los gritos la hicieron encogerse y taparse con sus manos su rostro, fue en ese instante cuando el anciano se levanto en pie y puso orden en aquel desorden.
Su voz fue escuchada, hasta que una mujer grito, que no querían a esa criatura en su tribu.
Hilda, no entendía su idioma, pero si que algo estaba ocurriendo y bueno no era.
Cuando las voces parecían que iban aplacándose, Hilda se levantó y cubriéndose con su largo pelo y su manos comenzó alejarse del fuego para huir de aquel lugar.
No hubo dado más de cuatro pasos cuando otra mano suave y delicada la cogió por el brazo, esta vez era Mesina, la anciana curandera, ella se haría cargo de aquella extraña criatura, averiguaría de qué confines del mundo venia, seria un buen augurio o tal vez una maldición de los dioses.
Las dos mujeres con ojos enrojecidos, como el grupo que las seguía, tuvieron que aceptar la desnudez de Hilda. Vista como una de esas representaciones de diosas. Hilda, que parecía hecha de agua de arena, tal vez fuera una de esas diosas.
ResponderEliminar-Parece que no quieren -pensaba el ser que acechaba a Hilda- Veamos que te pasa en ese mundo, al que huiste.
Había pasado tan solo una semana de que Hilda estuviera en esa tribu que no la acogieron con agrado, pero ante el anciano jefe no podían oponer resistencia.
ResponderEliminarMesina la anciana curandera cuido de ella lo mejor que pudo, le era difícil entenderse pues se veía que de donde venia ella no era una plebeya, su comportamiento así lo indicaba.
Las mujeres parecía que poco a poco la iban aceptando pues una vez que su cuerpo se cubrió con telas prestadas ya no llamaba tanto la atención y mucho más cuando sus cabellos se los cortaron ahí Hilda lloro tanto que cayó rendida a los pies de aquellas artimañas que con risas y carcajadas rasuraban con cuchillo su cabello.
Mientras en el poblado seguían con sus tareas, los hombres a la caza y pesca, las mujeres cuidando de la tierra y los hijos.
Una tarde la dejaron a cargo de tres hermanos, eran los nietos de Mesina.
Hilda le gustaba de su compañía al menos estos no se reían de ella, al contrario parecía que se sentían a gusto con esa mujer misteriosa que no sabían de donde había salido.
Paseaban por la orilla de la playa cuando la más pequeña entró en el bravo mar, antes que se dieran cuenta la niña era arrastrada por las olas, los dos hermanos lloraban, chillaban, en un reflejo rápido Hilda corrió hacia esa pequeña que cada vez se la oía menos gritar, cuando quisieron darse cuenta las dos en la orilla de la playa estaban Hilda y su hermana, esta lloraba pero estaba viva.
Hilda, regreso al poblado sabiendo que su entraba en el mar traería consecuencias nefastas para ella.
Aunque se relacionaba con su esencia, ella había evitado tener contacto con el mar. Incluso acercarse a la playa, con la arena de un color similar a la de su piel. Hilda temía ser alcanzada por aquel, o aquello, que la había acechado. Y que sospechaba, tenía más poder en aquellos lugares, tan conectados con ella.
ResponderEliminarY se lamentaba de haber cedido a las súplicas de la pequeña.
Quien no callaría, deslumbrada por su salvadora. Recordaría que alguien de la tribu la había llamado ninfa.
Y si bien las ninfas eran personificación de las aguas, de los bosques y eran intermediarias de los dioses, también podían causar la locura entre aquellos que contemplaran su belleza.
Era algo había escuchado entre esas mujeres, que le habían cortado el pelo. Y que habían reído ante sus lagrimas.
Bravo, chicos! 👍👏🤓
ResponderEliminarEl tiempo transcurría despacio, en su noches los sueños se repetían, en ellos una sombra la perseguía oía su respiración a veces tan cerca que parecía que se fuera a mimetizar en ella.
ResponderEliminarEsa noche había luna llena, Hilda se despertó en la madrugada toda sudorosa y con una sensación extraña esa vez no eran sombras que la perseguían sino una silueta de un hombre, este era alto, fuerte como un guerrero y su melena al viento lo hacia muy varonil.
Al salir de su choza, la luna iluminó su bello rostro, dirigió sus pasos hacia la ladera de la montaña deseaba contemplar desde allí el horizonte y ver el mar en calma.
El silencio fue su compañero hasta que una voz la sacó de sus pensamientos.
_¿Puedo acompañarte en tu silencio?
Al oír aquella voz se sintió temerosa en primera instancia, pero luego se sintió arropada por quién se dirigía a ella con esa voz tan cálida. Miro para todos lados tratando de identificar su procedencia. "Estoy aquí, no me ves?", en ese momento se fijó en una caracola de bellos colores que bajo el reflejo de la Luna parecía ser una joya.
ResponderEliminar"Cógeme y acércame a tu oído", le pidió aquella voz. Hilda cogió la caracola y la puso en su oído, pudo volver a oír el sonido del mar como aquella música que la acompañó desde pequeña. "Por qué estás aquí Hilda?, por qué has dejado el mundo al cual perteneces? No sabes que entre más tiempo pases fuera del agua más humana te vuelves?".
"Lo sé" respondió Hilda, solo quería conocer este mundo que tan solo he visto desde lo lejos sumergida en el mar. Hay una parte de mí que es humana y otra pertenece a los océanos".
De pronto el cielo se tornó oscuro y comenzó a llover, Hilda no podía estar bajó la lluvia o su cuerpo volvería a mutar. Entonces corrió buscando un refugió y se llevó con ella la caracola...
-Estás empezando a amar a los humanos, eso lo entiendo. Pero ellos no necesitan a una ninfa que pretenda ser como ellos -continuó diciendo la voz- Sino a una intermediaria, que interceda por ellos. Y les recuerdo que hay algo más.
ResponderEliminar-¿Pero que pasará con lo que me persigue? -preguntó Hilda.
-Te seguirá persiguiendo y estarás más indefensa si niegas tu naturaleza.
Hilda comenzó el agua que caía, no como una amenaza, sino como un elemento que renovaba su fuerza interior.
Frase corregida:
EliminarHilda comenzó a ver el agua que caía, no como una amenaza, sino como un elemento que renovaba su fuerza interior.
Hecho!👍
EliminarMil gracias, chicos. Sois unos genios! 👍👏🤓
ResponderEliminarObras de arte sobre ninfas.
EliminarRecomendablehttps://loscomicsdemachete.blogspot.com/2020/12/las-mas-hermosas-pinturas-sobre-nayades.htmls
Besos.
Cuánto que ver y disfrutar! Muchísimas gracias, querido amigo.
EliminarUn lugar inspirador al que dedicar tiempo para el deleite.
Un abrazo grande! 💙
Mientras tanto, en una de las cabañas del poblado, las dos mujeres que odiaban a Hilda, despertaron abruptamente, respirando agitadamente.
ResponderEliminarSe abrazaron para protegerse mutuamente, temblando de miedo. Sentían una presencia junto a ellas.
Una presencia que puso atención a sus jóvenes cuerpos. Y a que usaban el pelo cortado a Hilda, como un adorno.
-Veo que tomaron algo de Hilda.
Repentinamente, quisieron gritar pero ese algo les tapó se los impidió, una fuerza invisible que las sujetó.
-Tranquilas, no tengo nada contra ustedes. Se que quieren ser como Hilda. Y puedo concederles ese deseo.
Una de ellas sintió que podía ver.
-¿Qué tenemos que hacer? -susurró tímidamente-
-Ayudarme a que Hilda vuelva estar en mi poder. Y a cambio, pueden estar juntas para siempre, como amigas....o como lo que deseen ser.
Aclaración: en lugar de "ver", deber ir "hablar".
ResponderEliminarGenial!👍
Eliminar¿Nadie aportó más?
EliminarMe da la impresión de que Hilda podría escapar de su misterioso acechador, convirtiéndose en una deidad menor, protectora de ese pueblo.
Lo que enfurecerá al acechador, que raptará, para llevarse a quien sabe donde, a esas dos, las adversarias de Hilda.
Besos, Ginebra,
Ya he cerrado historia. A ver qué os parece.
EliminarGracias y Bsoss, querido amigo.
Pues cerramos proyecto.
ResponderEliminarQuiero daros las gracias, chicos! Sois unos genios.
A ver si os gusta el final que le he dado. Estoy sumida en los nuevos lanzamientos de retos, que los publicaré esta noche, pero quería dejar la historia cerrada.
Espero que os guste, y que hayáis disfrutado.
Yo lo he hecho, y mucho! 👍🤓
GRACIAS a todos y cada uno 🙏
Nos vemos en el siguiente reto!
Bsoss gigantes! 💙
Hilda no se dejó intimidar y eligió lo que tal vez era lo más difícil, convirtiéndose en una guía, en una deidad protectora. Tal vez eligió ser libre.
ResponderEliminarUn poco o muy desilusionadas esas dos mujeres recelosas. No tuvieron lo que deseaban, seguramente porque no lograron que Hilda volviera con quien la reclamaba. Incluso hubieran aceptado ser esclavas de deseos inhumanos. Pero se tendrán que conformar con ellas, como amigas o como amantes.
Un curioso e inspirado final. Besos.
El resultante puede ser acompañado por esta canción de Man Ray, grupo de Hilda Lizarazu.
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=6g0fkzKpC-I
Besos.
Gracias! He puesto el enlace directo al final de la historia 😉
EliminarMás Bsoss, y muy agradecida, amigo!