Una vez más, y como fue
bautizado este espacio de convocatorias mensuales, vamos a dedicar el reto de
abril a nuestros relatos encadenados.
Podéis continuarlo,
como ya sabéis, siguiendo el hilo del comentario anterior y tantas veces
deseéis.
Así pues, y sin más
dilación, comenzamos.
En las circunstancias actuales de Monique, no podía rechazar ninguna oferta de trabajo aun cuando ésta le obligara a cambiar de ciudad. Independizarse no era fácil, pero ella sabía y sentía que había llegado la hora de hacer lo que más deseaba.
Su vocación por la
investigación criminal se remontaba a su niñez, y a las horas que había pasado
junto a su padre cuando éste, llevándose habitualmente el trabajo a casa, esparcía
todas sus notas por la mesa, parte del suelo y la pared, para estudiar cualquier pista que le ayudara a desentrañar cada caso que debía resolver.
Todos los años de
esfuerzo y noches sin dormir, habían dado su fruto; y ahora sí, al fin, Monique
podía poner en práctica su verdadera pasión.
Su nueva casa, en las
afueras de Lyon, bien podría estar sacada de esas historias de misterio y
terror, muy acorde con su profesión; pero era de lo poco a lo que podía aspirar
por aquel alquiler que le permitía sobrevivir hasta que su nueva situación
fuera estabilizándose.
Sus primeros días de
trabajo se habían basado en presentaciones y reuniones, pero no dejaba de
volver agotada a su nuevo hogar, y con deseos de darse un baño caliente, comer cualquier cosa y acostarse.
Una de las noches, después
del baño y cuando se disponía a prepararse algo de cena, un sonido fuera de lo
habitual llamó su atención. Parecía venir del sótano, y aunque éste no invitaba
demasiado a ser visitado, no dudó en bajar para echar un vistazo.
Todo parecía estar en
orden; al menos como la última vez que lo vio. Pero cuando se encaminaba de
nuevo a las escaleras para subir, volvió a escucharlo.
Parecía venir de una de las paredes. Caminó hacia allí y afinó el oído junto a aquel roído muro arenoso que, con tan sólo rozarlo, parecía que iba a
desplomarse…
En el silencio
sepulcral del sótano, sus manos temblaron ligeramente al acariciar la rugosa
superficie de la pared. ¡Estaba congelada! De repente, un crujido resonó,
seguido de un extraño sonido hueco que envolvió su mente como una sombra
gélida. La frase, «tiempo y muerte han llegado», se clavó en su mente como un
punzón. Un aire frío llenó el sótano, helando su sangre y paralizando sus
músculos.
El miedo se apoderó de
ella, al sentir en sus piernas un álgido roce de una extraña bruma que salió de
entre las sombras. Con cada respiración, le parecía detenerse el tiempo,
mientras sentía que la muerte acechaba con su abrazo mortal.
Un susurro helado resonó
en su mente. «Bienvenida a la oscuridad, donde el tiempo se detiene y la muerte
es eterna». Y en ese instante, supo que ya no era dueña de su destino, sino una
pieza más en el macabro ajedrez del tiempo y la muerte.
Conforme intentaba identificar ese sonido parecía
acrecentarse tras el muro, ¿qué había allí?, ¿algún otro cuarto?, no lo sabía,
pero aquellos ruidos provenían del otro lado. De pronto aquel inquietante
sonido se acalló y Monique intentó restarle importancia, podía ser que
estuviera cansada con el excesivo trabajo y su mente le estaba jugando en
contra. Fue así que decidió ir a dormir.
Sus ojos estaban a
punto de cerrarse cuando volvió a oír ese ruido intrigante.
Echó abajo sus pies y
con una bata bajó descalza al sótano, esta vez tenía que averiguar qué pasaba
allí.
Su sorpresa se la
llevó en el último escalón, vio una luz que salía de la pared, la cegó de tal
manera que cuando volvió abrir los ojos, no estaba en su sótano… ¿dónde se
hallaba?
Se encontraba en una
especie de cueva iluminada por una luz blanca que cegaba la vista, pero que
despedía un calor que la reconfortaba.
De pronto una voz
dulce como la miel alcanzó sus sentidos: Monique, te damos la bienvenida al
mundo de la luz. Has sido escogida para ayudar a restaurar el equilibrio del
universo.
Monique, se quedó
atónita. ¿Cómo podía ser? ¿Por qué estaba en aquel misterioso lugar? Sin
embargo, algo en su interior le decía que debía confiar en la voz que provenía
de la luz. Decidió aceptar y se dirigió hacia él haz luminoso, pero justo en
ese momento, despertó.
Su rostro reflejaba la sorpresa del extraño sueño. Tan vívido, que le había parecido absolutamente real. Sin embargo, no estaba agitada, ni nerviosa, por el contrario, una inmensa paz la inundaba por dentro. Su mente analítica intentó resituarse y recapacitar sobre lo que había ocurrido ¿habría sido sólo un sueño? Ladeó la cabeza a un lado y al otro intentado despejar sus ideas y con cierta parsimonia bajó de la cama, se vistió la bata que reposaba a los pies y se calzó las zapatillas digiriéndose de nuevo, o ¿quizá por primera vez? no estaba totalmente segura, al sótano de su casa... Bajó uno a uno los peldaños lentamente con suma precaución hasta llegar a la puerta que se encontraba al final de las escaleras. Giró despacio el pomo. En el momento en el que la puerta se entreabrió, de nuevo -tal cual recordaba había sucedido en su sueño- un haz de luz brillante y cegador la deslumbró totalmente, haciendo que cerrara los ojos y apretara fuertemente el pomo con su mano que aún lo sujetaba totalmente crispada…
Sujetar el pomo de esa manera le hacía creer que seguiría allí cuando abriera los ojos a la luz. No quiso avanzar hasta que su vista se habituase al entorno, y tras ello descubrió que ya no estaba en el mismo lugar. Ante ella se abría un fabuloso espejismo. Se preguntaba si todavía seguía en el sueño, o por el contrario todo aquello era real. Caminó por entre la hierba que sutilmente rozaba sus piernas, los aromas se mezclaban en el ambiente, disfrutaba de todo el paisaje hasta que vio algo que la hizo dudar de seguir caminando o retroceder. Al volver la vista atrás se dio cuenta de que la puerta no se encontraba donde creyó haberla dejado. Todo a su alrededor era una naturaleza silvestre sin un camino por donde seguir. Sin embargo, la maleza se fue abriendo para mostrarle un único sendero que la llevaba a esa zona sombría y lúgubre. Se quedó quieta por un instante sin saber qué decisión tomar. Cerró los ojos, aspiró con seguridad y cuando los abrió...
...Y mientras aseguraba la puerta, un suave escalofrío recorrió su cuerpo al tiempo que se sentía arrastrada por un fuerte impulso que la animaba a abrirla. Tomó aire y decidida giró la mano dejando que la luz la cegara de nuevo. Luego, poco a poco se adentró en aquel lugar. Avanzaba despacio, sigilosa, presa de una sensación de calidez que le templaba los huesos y la reconfortaba. El miedo se tornó curiosidad y la curiosidad una aventura. Y así cargada de expectativas y deseos de dejarse llevar, caminó guiada por un haz de luz hasta que éste desapareció. Entonces se encontró frente a un largo y estrecho pasillo alumbrado por las llamas de varias antorchas que se perdían a lo lejos en un infinito oscuro y tenebroso. Y el sonido de una flauta la invitaba a penetrar en aquellas fauces misteriosas y lúgubres…
Lo curioso de aquel extraño ambiente de pura ensoñación, es que todo cambiaba por momentos... Abría los ojos y se veía rodeada de tierna y verde hierba, envolviéndola una frondosidad exuberante con tantísima claridad que necesitaba cerrar los ojos… Al volver a abrirlos, de pronto se encontraba en un pasillo franqueado por antorchas como única forma de desentrañar la oscuridad en un ambiente opresivo y angustioso, volvía a cerrarlos y por momentos escuchaba el ruidito misterioso que la llevó a bajar al sótano muy muy lejano y por momentos una dulce melodía de flauta travesera la atraía como el ondulante aroma de algo mágico... Escuchándola, sus pies comenzaron a caminar dirigiéndose hacia donde parecía procedía aquel dulce sonido. Volvió a abrir los ojos y de nuevo todo había cambiado drásticamente. Las nubes la envolvían en lo alto de una montaña sintiendo la helada caricia de la brisa y la falta de oxígeno… estaba mareada, necesitó cerrar los ojos, esta vez apretándolos fuerte, para intentar resituarse…
Fue cuando comprendió que su energía interior influía en aquel ambiente que se erigía a su alrededor. ¿Cómo podía ayudar a restaurar el equilibrio del universo si el suyo propio no lo estaba? Comenzó a notar que al momento en que sus emociones se manifestaban las vibraciones a su alrededor también lo hacían y recordó ese ruido inicial en el sótano que parecía perturbarle, ¿acaso ese sonido era producto de sus propias emociones? ...
Monique recordó aquel
placer culpable de su padre, las historietas de esa rubia, atractiva detective,
que inevitablemente terminaba en peligro, a pesar de estar entrenada. Peligros
que eran una excusa para exponer la piel de la protagonista.
Monique leía a
escondidas esas historietas, hasta que su padre la sorprendió. Más avergonzado
de sí mismo que enojado con ella, le fue explicando de los peligros que podría
afrontar un criminalista, aunque su trabajo fuera más mental que físico.
Siguiendo sus
consejos, Monique se entrenó para la defensa personal. Y aprendió a estar en
alerta en algunas circunstancias, para no ser sorprendida.
Aquellas clases de
defensa personal le ayudaron a estar más segura de sí misma, pero la mente cómo
podría mantenerla sana, esos miedos que la aterrorizaban al llegar la noche.
Su trabajo la tenía
agotada, era hora de pedir ayuda, aquellos ruidos que comenzaron hace una
eternidad seguían cada noche presentes y aún no tenía una respuesta a ellos.
Esa mañana miró en el
periódico. Especialista en desajustes mentales, no es que ella fuera a tenerlo,
pero debía solucionar de una vez aquella paranoia que le impedía seguir con su
vida, algo ocurría en la casa, en aquel sótano que su mente no lograba
descifrar, si tenía que pedir ayuda la pediría a un profesional.
Marcó un número y detrás
del auricular una voz sonó...
Su mente se debatía, entre seguir perdida en las ensoñaciones hipnóticas en las que le sumían las indagaciones iniciadas en la averiguación de los extraños sonidos del sótano, buscar ayuda profesional para su febril mente en aquel estado constante de teletransportación físico espacial o ayuda para entrenar su cuerpo en todo tipo de artes marciales y defensa personal necesarias para sobrevivir al cúmulo de intensas experiencias que estaba viviendo... ¡de pronto! ¡¡aquella voz!! aquella voz aguda y chirriante se le clavó en el tímpano sacándola de sopetón de su debate interno diciéndole.... - Consulta de los Doctores Emiliano y Ataulfo Buendía, psiquiatras expertos en esoterismo, ciencias ocultas y todo tipo de trastornos relacionados ¿en qué podemos ayudarla?
Parecía un buen
consejo pero ¿quién eran esos psiquiatras, supuestamente entendidos en lo
paranormal? Monique no estaba dispuesta en confiar en supuestos profesionales
recomendados por una extraña voz.
La desconfianza podía
ser algo vital en esas circunstancias. La criminalista se había encontrado con
fraudes, con efectos especiales, micrófonos ocultos. Por un momento, se
visualizó como una modelo pin up espiada por cámaras ocultas, una idea que la
disgustó.
-Debería buscar los
planos de esta casa -pensó Monique- Y luego buscar datos sobre esos doctores.
Comenzó a investigar
acerca de los dueños anteriores de la casa y descubrió que había pertenecido a
un connotado médico, pero que a la vez gustaba de las prácticas esotéricas.
Buscó en internet más información del sujeto y encontró que había hecho muchas
sesiones de espiritismo en dicho lugar. Entonces pensó si la voz que escuchó
era la de él, pero ¿qué quería de ella?...